MEMORIAL DE MAUTHAUSEN
2013
Crónica de
los actos
Doce de mayo de 2013,
nueve de la mañana. cielo cubierto, pero sin lluvia ni frío.
Miles de personas procedentes
de Europa y otros continentes, agrupados por nacionalidades, van concentrándose
ante los monumentos erigidos en memoria de las víctimas del campo de exterminio
nacionalsocialista de Mauthausen (Austria). El correspondiente a los deportados
españoles, es el único que hubo de ser sufragado por los propios
supervivientes, tras quedar éstos abandonados a su suerte al ser liberado el
campo el 5de marzo de 1945. Finalmente, Francia accedió a protegerles y
reconocerles.
Cada grupo está compuesto
por representación diplomática y militar, instituciones
públicas, organizaciones memorialistas, estudiantes, asociaciones
juveniles, culturales, y diversos colectivos y particulares sensibles al
significado de esta conmemoración.
Finalizado el acto en cada
monumento, la representación de cada país inicia un recorrido por los demás
obeliscos. A su llegada son saludados por la representación diplomática
respectiva, y los militares del país visitante,
proceden solemnemente a depositar una corona de laurel, acompañados en
ocasiones con la interpretación las vibrantes notas de las cornetas y el
retumbar de los tambores, mientras los civiles permanecen en actitud de
profundo respeto y los militares realizan el saludo reglamentario.
Frente al adusto monumento
de granito, la representante de la Amical de Mauthausen, Rosa Torán, pronuncia unas palabras de saludo,
presentando a los alumnos de dos institutos catalanes y de los demás
participantes, entre los que se encontraban familiares de deportados cántabros
asesinados en Mauthausen y al castillo de Artheim, así como miembros de la
asociación AGE de Cantabria y Región de Murcia, así como de Republicanos-RPS de
Cantabria, y de la asociación austriaca de los descendientes de los
supervivientes españoles que se quedaron a vivir en aquel país.
Poco después se incorporó la delegación francesa con un
secretario de embajada al frente, que además de hacer una ofrenda floral ante
el monumento español, dirigió un emotivo discurso en reconocimiento a los
combatientes republicanos, que tras exiliarse a Francia al término de la guerra
civil, continuaron la lucha durante la ocupación nazi, siendo deportados a
Mauthausen al ser capturados, y a los que Francia acogió y otorgó la
nacionalidad tras la liberación del campo.
Posteriormente y en
obelisco levantado por Francia,
los españoles fueron invitados a participar en el acto. No tuvo reparo el
diplomático francés en reconocer la deuda histórica de su país para un
reconocimiento más expresivo ante la gesta de los españoles. Las banderas de la
República Española se intercalaron con las de Francia, mientras los jóvenes
estudiantes catalanes, desplegaban una enorme bandera tricolor. Al finalizar
los españoles fueron invitados a iniciar los primeros compases de La
Marsellesa.
Ante la llegada de las
representaciones de otros países al monumento español, sin una delegación
diplomática que los recibiese, como se hace en el resto de los monumentos, el
colectivo de españoles hubo de asumir dicha función, agradeciendo
expresivamente este homenaje a las diferentes delegaciones que lo visitaban.
“Ahí llegan….” “Tarde,
como siempre” –añadió alguien-. Todas las miradas se dirigieron hacia
las tres personas que jadeantes y desgreñadas, se aproximaban por la pendiente.
La estampa de la representación
diplomática española no era patética, si no más bien parecía
sacada de una película de Berlanga. Un secretario anodino y dos trabajadores
–no funcionarios- de la Embajada, era todo lo que estado español había
movilizado como representación en un acto internacional de esta resonancia y
categoría.
Uno de los “diplomáticos”,
portaba asida una corona de laurel, como si de una cesta de manzanas se
tratara, mientras que con la otra mano, llevaba recogida como con pudor la
bandera de la monarquía española.
Apenas recuperado el
aliento, y dejada sin solemnidad alguna la corona junto a las demás, uno de los
miembros de la asociación AGE, Floren Dimas, se dirigió al que hacía las veces
de embajador, José María Valdemoro, encargado de negocios, reprochándole el
lamentable espectáculo que ofrecía la delegación diplomática de española en
Austria. “Como militar y
como español, me avergüenza que vengan ustedes con una triste corona, cuando
las legaciones que han pasado por aquí esta mañana y que hemos tenido que
recibir los que estamos aquí, lo han hecho con toda solemnidad, y han sido
oficiales de sus ejércitos los que han transportado sus ofrendas florales”. “¿Donde están los militares
españoles que vienen a rendir homenaje a los valientes soldados republicanos
asesinados en Mauthausen?”.
Respuesta del “embajador”
-con voz casi inaudible- fue esta: “En
Viena no hay agregado militar que está en Berlín, y no ha venido porque ustedes
nos acusarían de derroche en las actuales circunstancias, si nos gastásemos
quinientos euros en el transporte”. “Más se han gastado los chinos y los
cubanos que han enviado una dignísima representación desde mucho más lejos” – le respondió Floren Dimas. Este diálogo fue seguido atentamente
por los asistentes y recogido por las cámaras de foto y de vídeo, como
testimonio de la ramplonería de la ridícula representación de la diplomacia del
estado español, en la conmemoración del Memorial Mauthausen.
Comenzado el acto
principal en la gran explanada de la fortaleza, fueron desfilando las
delegaciones nacionales presididas por supervivientes y altas autoridades
civiles y militares, seguidos de la participación más variada imaginable
(trajes de época, familias con niños en carritos, inválidos en sillas de
ruedas, boys scouts marciales y serios, escolares, un obispo polaco, sacerdotes
ortodoxos, etc.). Al frente del grupo español, se colocaron los tres representantes
de la embajada española, seguidos a distancia de los demás. Al llegar al final
del recorrido, el encargado de negocios español inclinó la bandera monárquica
ante la pirámide de coronas laureadas. En ese momento y ante los supervivientes
y autoridades de todos los países, la delegada de Republicanos-RPS de
Cantabria, Beatriz Sainz, mientras levantaba la bandera de la República exclamó
con voz fuerte: “¡Esta es la bandera de España!”.
Contrastando con la
esperpéntica representación oficial de España, que por no tener ni siquiera
tenía una silla reservada junto a las demás legaciones y hubieron de sentarse
entre el público –con la bandera monárquica plegada en ristre-, los demás
países se volcaron en rivalizar por dar mayor prestancia, solemnidad y significación
a su delegaciones. El sentimiento compartido de los españoles allí presentes,
fue de humillación y vergüenza.
Ningún representante de
ninguna fuerza política ni sindical de la izquierda española, ha sido vista por
Mauthausen en esta conmemoración, a pesar de las militancias de miles de los
republicanos españoles asesinados. Ni una triste corona de flores. Como
siempre, ha sido la España civil, la de los simples ciudadanos, la que ha
tomado la iniciativa para mantener la Memoria Histórica de sus mejores hombres
y mujeres por defender la libertad.
Santander, 14 de mayo 2013
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