Lejos de lo que dicen los voceros del Gobierno y del Régimen seguimos inmersos en
una profunda crisis agudizada por sus políticas económicas neoliberales.
Los recortes y reformas del Gobierno del PP perpetúan la crisis, disminuyen los
salarios y el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de la población, desincentivando
el consumo. Sus políticas aumentan el paro y lo hacen crónico.
Están generando grandes bolsas de pobreza y exclusión social y llevando al hambre a
decenas de miles de niños. El Gobierno de Rajoy es el gobierno de la crisis, del paro,
el hambre y la corrupción. Mientras, los bancos y grandes empresas siguen
engordando sus bolsillos.
La oligarquía, a través de sus gobiernos, agentes e instituciones políticas, está
llevando a cabo su programa económico y político: disminuir los salarios de los
trabajadores, todas las prestaciones sociales, precarizar el escaso trabajo, cercenar
los derechos laborales, debilitar al máximo las organizaciones de clase de los
trabajadores, desmantelar y privatizar los servicios públicos y sociales, eliminar
libertades y derechos democráticos básicos,…, en definitiva, aumentar la explotación y
opresión de la mayoría social y trabajadora. Quieren llevarnos al siglo XIX. Todo con el
objetivo de aumentar sus beneficios.
Vivimos unos momentos en que la polarización social y política se agudiza. Las
organizaciones fascistas actúan impunemente. El populismo reaccionario se hace
fuerte. El Gobierno, en los últimos meses, está llevando a cabo una serie de medidas y
leyes archirreaccionarias para reprimir y criminalizar la protesta social y política, como
la Ley de Seguridad Ciudadana, la reforma del Código Penal, la Ley de Seguridad
Privada, desmantelando la anoréxica democracia, y son la antesala de formas
fascistas de gobierno, de poder. Sus propias normas, de las que se dotaron en la
llamada Transición, les estorban y se las saltan. Si la lucha contra la crisis no se
canaliza por la izquierda lo hará por la derecha.
Estamos en un momento histórico. Y en esta situación la izquierda sigue,
lamentablemente, débil y dispersa, sin capacidad de respuesta real. Sólo podrá
conjurar esos peligros y defender los intereses de los ciudadanos, de los sectores
populares, si apuesta firme y coherentemente por la unidad. Ante la dramática
situación que vive nuestra gente, nuestros pueblos, las organizaciones, partidos y
gentes de izquierda, progresistas, no podemos permanecer impasibles. Es necesaria y
urgente la unidad de la izquierda. Sólo así podremos parar el golpe y después de
agrupar fuerzas pasar a la ofensiva contra ese puñado de oligarcas antisociales. Pero
para avanzar, para emprender un programa que alivie la situación de la mayoría
social, un programa de progreso y contra la Troika, es imprescindible que la unidad se
base en la ruptura con el régimen monárquico, bastión de la oligarquía, de las castas
reaccionarias, nido de especuladores y corruptos.
Las Elecciones Europeas de mayo de 2014 ofrecen un espacio inmejorable para
avanzar y fraguar esa unidad que los sectores más avanzados del pueblo reclaman.
Los firmantes de este manifiesto apostamos por y hacemos un llamamiento a la